Viviendo con dermatitis atópica: un desafío diario

La piel es un órgano vital que merece nuestro cuidado y atención. Es importante conocer las opciones de tratamiento disponibles para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.

Por la dra Leissa Molinari (*)

La dermatitis atópica (DA) se caracteriza por la sequedad, la irritación y, a menudo, picazón intensa en la piel. Esta afección forma parte de un conjunto de trastornos que incluye el eczema, el asma y la rinitis alérgica. Esta condición puede presentar desafíos significativos en la vida diaria de quienes la padecen.

Como dermatóloga puedo describir la DA como padecimiento sistémico, crónico y visible, que potencialmente puede generar efectos importantes en la calidad de vida de los pacientes. Se manifiesta a través de brotes recurrentes en la piel. Estos brotes se caracterizan por grietas, picazón o prurito intenso y persistente, lo cual puede generar dolor, enrojecimiento, costras, secreciones e infecciones.

Aunque es frecuente en la infancia, se sabe que entre el 3 % y el 10 % afecta al adulto. La DA del adulto hace referencia a este padecimiento cuando se manifiesta a partir de los 12 años. Puede aparecer con lesiones desde edades tempranas o surgir de nuevo en la adultez. Este dato es muy importante para el diagnóstico.

En su etiología están implicados factores genéticos y ambientales. Entre los vinculados al ambiente se encuentran la sudoración excesiva, la duración y la temperatura del baño muy caliente, el empleo de jabones fuertes, lociones irritantes, la ropa de lana o nylon, el clima seco, algunos irritantes, alérgenos, entre otros.

La mayoría de quienes la padecen tienen una base atópica con otras manifestaciones, como rinitis alérgica, que se caracteriza por una secreción nasal constante, o conjuntivitis a repetición. En estos casos, puede verse un empeoramiento de la afección de la piel durante períodos de alta concentración de alérgenos en el ambiente, como la primavera y el otoño. Las manifestaciones clínicas en la DA del adulto suelen verse enfocadas a placas de piel engrosada, que se localizan en nuca, caras laterales de cuello, flexuras de extremidades y dorso de muñecas.

Si bien la sensibilización a alérgenos ambientales o alimentarios se ha vinculado con esta patología, no parece ser su causa principal. Sin embargo, podría contribuir en un subgrupo de pacientes con formas graves de la misma. Para quienes padecen dermatitis atópica moderada a severa, existen opciones como la fototerapia o el tratamiento sistémico, que son conocidos y utilizados.

Tratamientos para la dermatitis atópica

Actualmente, los corticoides tópicos (en crema, pomada o loción) son la base del tratamiento contra el eczema en momentos de brote. La mejor manera de obtener el máximo beneficio y sin notar ningún tipo de efecto adverso es seguir siempre la pauta que marque el médico. No debemos usar más crema de la necesaria ni durante más tiempo del recomendado. A la hora de aplicarla, es mejor una cantidad pequeña y bien extendida, ya que se facilita la absorción. Unos minutos después de la colocación, se puede utilizar una crema emoliente para hidratar la piel y favorecer la absorción del corticoide.

Otros tratamientos disponibles son los antihistamínicos. Por otro lado, los antibióticos (especialmente aquellos específicos para S. Aureus, una bacteria muy frecuente en la piel) pueden ser de gran utilidad en el control de los brotes, en especial si están claramente infectados.

También, en el panorama actual, se abre una nueva opción prometedora. Se trata de un medicamento que forma parte de la familia de los llamados "fármacos biológicos", un anticuerpo que tiene la capacidad de modular la respuesta inmunitaria en personas con dermatitis atópica. Se administra mediante inyecciones subcutáneas cada dos semanas y está indicado para aquellos pacientes para los cuales el tratamiento tópico no es suficiente y otros tratamientos sistémicos no son aconsejables debido a efectos adversos.

Algunas recomendaciones fundamentales a tener en cuenta son: realizar baños cortos, usar agua templada y jabones neutros o hipoalergénicos, secar la piel suavemente sin frotar, humectación luego del baño con cremas, utilizar prendas de algodón, evitar la lana o fibras sintéticas, no abrigarse demasiado, usar las uñas cortas y limpias, conservar la temperatura del hogar templada y los ambientes limpios y ventilados. Sin embargo, debemos recordar que cada individuo es único, y no hay un enfoque que sea efectivo para todos. Siempre se recomienda consultar con un dermatólogo para determinar el tratamiento adecuado para cada caso.

En resumen, es crucial comprender sus desafíos y opciones de tratamiento disponibles para mejorar la vida de quienes la padecen. La atención continua y el apoyo médico son esenciales para ayudar a las personas a vivir plenamente a pesar de la DA.

Leisa Molinari (M.N° 116.628). Médica dermatóloga especialista en cáncer de piel y cirugía micrográfica de Mohs. Fundadora del Centro Médico de la Piel y miembro de numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales. @dra.leisamolinari

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